Sin duda, uno de los motores de un país, es la investigación y el desarrollo de nuevos puntos de vista, nuevos medicamentos, nuevas tecnologías, nuevos …
Lo que en los últimos años hemos venido a llamar I+D, y después le hemos añadido otra i, de innovación.
En estos días, vuelve a aparecer este asunto en las noticias de nuestros principales medios, será que ahora preocupa más, o que realmente nos estamos dando cuenta de la catástrofe que supone para un pequeño país al sur de Europa, no dedicar “cuatro duros” a esto.
Está comprobado que la inversión en I+D+i es proporcional al crecimiento del PIB. Está certificado, que los países, de verdad avanzados invierten más en período de crisis o de recesión. ¿Para qué? ¿Están locos? No, están muy cuerdos, saben que invertir en investigación es poner los cimientos del futuro. Invertir en investigación es preparar al país para ser más competitivo. Invertir en investigación es generar dinámicas de innovación, hábitos de cambiar lo conocido, es poner a un país, incluso al mundo en el camino del avance.
El I+D+i se pude enfocar hacia el espacio, hacia la medicina, hacia la industria, hacia el conocimiento, …
No tiene límites, no tiene fin, es el principio de la construcción de un país con futuro, y con miras amplias, con ganas de evolucionar, de ser parte de la historia de la humanidad, y no sólo por haber sido un imperio siglos atrás.
Internamente, plantea claramente dos ventajas, una, la generación de riqueza.
Hoy en día cada 1 € invertido en Malaria nos está reportando 10 €. Sí es así!
Y dos, el desarrollo de nuevos productos y servicios para poder ser los primeros en hacer algo distinto y realmente competitivo, y por tanto poder exportarlo.
En las empresas ocurre algo parecido, no dejan que haya fuga de cerebros, pero no invierten en el desarrollo de sus activos para que estos sean más eficaces y potencien la creatividad y la innovación a la hora de afrontar la incertidumbre de nuestro entorno.
Así, si no buscamos optimizar recursos y orientarnos hacia lo nuevo y diferenciador, no avanzaremos y por tanto, retrocederemos.
Las organizaciones deben generar una cultura real de I+D+i, no simplemente nombrarlo. Tienen que definir sus objetivos en este campo, y por tanto planificar cómo se va a llevar a cabo todo ese desarrollo. Así las personas podrán dedicar tiempo y esfuerzos y orientarse a la innovación y a crear nuevos enfoques. Para ello necesitan tiempo para pensar, para probar, necesitan permiso para errar en un entorno controlado, por supuesto. Deben premiarse las aportaciones en ese campo. Eso es invertir en I+D+i, no sólo dedicar recursos monetarios, que evidentemente facilitan y ponen la base para el desarrollo de nuevos proyectos.
Así, tanto a nivel macro como a nivel organizaciones, es primordial dedicar recursos a potenciar la I+D+i. Hay que posicionarse a la cabeza, y esta es una de las mejores maneras de hacerlo.